Cuando la pelota caía ahí había que seguir un procedimiento meticuloso para recuperarla. Primero había que decidir quien iba, si el que la había pateado iba perdiendo iba el, si perdía el equipo defensor iba el arquero, si estaba empatado era un problema, porque no quería ir nadie, pero entonces iba el que tenia mas ganas de jugar o el mas valiente, o el mas loco. Entonces empezábamos a tirarle piedras a la zona donde calculábamos había caído la pelota como artillería saturando el campo enemigo para que el compañero pudiera avanzar, ahí veíamos saltar a las ratas, grandes como un gato grande (de verdad). Alejadas las ratas el buscador se internaba con un palo (o mas piedras) espantando mas ratas, (ver a esos bichos saltar era hipnótico) y abriéndose camino, levantaba la pelota con el pie (solamente un boludo metería las manos) y la revoleaba donde estábamos mientras corría hacia a la cancha escapando de las ratas. Nunca nos mordió una, hay que decirlo, nos teníamos un miedo mutuo aunque, sospecho, los dos bandos lo ignorábamos.
*Do Paso era un vecino de la zona, quizás un antiguo dueño del baldío, ademas para mi era Do Paso y no Dopazo, pero no puedo explicar porque. Era 1980 y teníamos otras preocupaciones.
1 comentario:
gran relato
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