Mauricio Macri irrumpiendo en la reunión de Vidal, sin invitación, solo, y sin aviso previo demuestra dos cosas: Una a favor, tiene reacción, un presidente acabado se quedaba deprimido y empastillado en Olivos. Habra pensado "esta boluda no va a venir a correrme a mi".
Los detalles de la reunión a solas harán, dentro de unos años, las delicias de los historiadores módicos.
Otra no muy favor: Se le anima cualquiera.
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