Dejamos el campamento después de vacunarlos a todos contra la polio. Un viejo vino corriendo, lloraba, sin decir nada. Regresamos al campamento. Ellos habían ido y habían cortado todos los brazos vacunados. Vimos allí un enorme montón de bracitos. Y recuerdo que yo... yo lloré también como... como una abuela. Quería arrancarme los dientes, no sé lo que quería hacer.
Y me esfuerzo por recordarlo, no quiero olvidarlo nunca, no quiero olvidarlo. Entonces vi tan claro, como si me hubieran disparado, disparado con un diamante, con una bala de diamante en la frente, y pensé: Dios mío, eso es pura genialidad, ¡es genial! ¡Tener voluntad para hacer eso! Perfecto, genuino, completo, cristalino... ¡puro! Y entonces me di cuenta de que ellos eran más fuertes porque podían soportarlo: no eran monstruos, eran hombres, tropas entrenadas. Esos hombres que luchaban con el corazón, que tenían familia, hijos, que estaban llenos de amor, habían tenido la fuerza, el valor, para hacer eso. Si contara con diez divisiones de hombres así, nuestros problemas se resolverían en poco tiempo. Se necesitan hombres con principios que al mismo tiempo sean capaces de utilizar sus instintos, sus instintos primarios para matar. Sin sentimientos, sin pasión, sin prejuicios, sin juzgarse a sí mismos. Porque juzgar es lo que nos derrota."
- Coronel Walter E. Kurtz (Marlon Brando)
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