El estado agusanado

Con buen criterio y escasa capacidad de inteligencia previa el gobierno nacional "echó" (sino se metamorfosean y camuflan por ahí...) a tres funcionarios que fueron poco cautelosos en su obligación de proteger y servir ciudadanos, aunque la maniobra no involucrara directamente al estado.
El "laburito extra" de estos tres vivos nos permite reflexionar sobre un hecho que, como los astros y los hombres, vuelve ciclicamente: El estado agusanado.
En efecto, en el estado nacional trabajan miles de personas que no lo quieren. Que no lo consideran necesario. Que lo consideran un estorbo, un problema y que trabajan todos los días para destruirlo un poquito.
Están repartidos en todos los niveles pero suelen hacer nido en cargos directivos y no pocos son funcionarios de mediano rango. El estado no debiera admitir a nadie que lo considere un obstáculo y no la forma de organización humana que da origen a las soluciones.
Hay una quinta columna silenciosa y persistente que se ha afincado ya desde hace décadas e incluso no tiene empacho en admitir que laburan para ellos y festejan cuando el estado fracasa, aunque hayan participado en el fracaso.
Hay unos niveles de inconciencia peligrosa que las aventuras privatizadoras de hace dos décadas no parecen haber afectado. Subsiste, por pereza intelectual, el imaginario donde todo lo bueno es privado y todo lo malo es estatal (a pesar que la realidad lo desmiente a diario como vemos en mercados libres y desregulados como los servicios de telefonía e internet).
Claro que, cuando lo privado falla le pedimos al estado agusanado que controle... y después que nos bajen los impuestos. Un discurso ezquizofrenico que ya empieza a volverse rancio.
Del agusanamiento del estado puede contarnos en estas horas el intendente del año. Al ultra reelecto Intendente Gustavo Posse de San Isidro se le escapó durante 17 años un jardín maternal. Todavía no echó a nadie. Y ese es un indicio de complicidad.
Tampoco se escucho la voz de los sindicatos docentes, siempre tan comprometidos con la educación pública a pesar que llevan tres décadas haciendola fracasar y los hijos de los porteros, metalúrgicos y camioneros y todos los trabajadores medianamente formalizados, busquen escuelas publicas de gestión privada (publicas de gestión privada, conviene recordarlo) donde, al menos, los chicos reciban instrucción y ellos puedan ir a trabajar todos los dias. Si las opciones son la defensa corporativa o el silencio también hay indicio de complicidad. Y si le van a tirar la pelota al "estado que no controla" como suelen hacer como si fueran paracaidistas húngaros y no parte, importante, de ese estado ya rozan un cinismo inaceptable.

Genio