miércoles, 19 de enero de 2011

Discutamos a Peròn II

(VIENE DEL POSTEO ANTERIOR...)

VOLVE VIEJO, TE PERDONAMOS por Mario Wainfeld

El nudo gordiano

Acá está el nudo gordiano, porque son muy pocos los que desde "el campo popular" defenestran hoy al Perón del 43/55. Al menos no centran en él sus críticas. La condena o absolución de Perón tiene que ver con el hombre que en 18 años propuso kilombificar todo, hacer tronar el escarmiento, seguir las huellas de Mao o Guevara, socialismo nacional... y un buen día volvió a la Rosada y se asentó sobre las 20 verdades y propuso Pacto Social con Gelbard, cultura política, proyecto nacional, fifty fifty y por ahí Ley Agraria.

Surgen dos lecturas divergentes pero igualmente mágicas: a) la gorila o izquierdista desencantada (léase Soriano, Rozitchner, aún los notoriamente más útiles e inteligentes Sigal y Verón): Perón inventó el verso para traicionarlo. Excitó y luego expulsó y mató a su izquierda. El fue el flautista y la izquierda peronista las ratas de Hamelin; b) la peronista simplista; Perón volvió con la verdad bajo el brazo "y no supimos entenderlo".3 Perón propuso, desencarnado, una docencia cívica y "nosotros" lo desobedecimos.

Ambas lecturas convergen en describir a Perón omnipotente y omnisciente. Para algunos es "bueno" y para otros "malo". Creo (y prefiero) ver un Perón limitado por la propia historia que él en parte generó. Perón se dio cuenta (tarde) que para gobernar debía desarmar al peronismo. Debía volver a meter a los demonios dentro de la caja de Pandora. Digo que Perón lo advirtió, que su propuesta política era básicamente correcta (añado, insuperada hasta hoy) pero que comenzó tarde a desacelerar.

Perón no hizo política dieciocho años, pensando en echar de la Plaza a la juventud del 1° de mayo de 1974; fue haciendo lo que salía para volver. Sus antagonistas, la cambiante política argentina, los propios peronistas (invocando el nombre de Perón) hicieron su política y le entregaron sus "neoperonismos" o sus cadáveres de Aramburu, condicionaron al líder exiliado. Perón resistente tuvo una lógica, un sentido difícil de recusar, porque (reconocen todos), con ello logró algo casi único: conservar su hegemonía pese al exilio y a la proscripción. Además, porque le asistía la razón: aunque con la complicidad que he explicado, era el jefe de la rebeldía en la Argentina. Era la representación y la encarnación de los sumergidos, los olvidados y los perseguidos en un país dependiente, injusto y (homenaje que rindo a la cultura hoy dominante) antidemocrático.

Añado un mérito. Perón exiliado aprendió política e historia, hasta ecología (tal vez no economía, como acierta Concatti en este mismo número). Mejoró y amplió su discurso. El peronismo del '46 fue pragmático hasta la improvisación. No le fue nada mal, queda dicho, pero no es irrelevante que el General exiliado aprendiera tanto de su movimiento. Aprendió que Valle era peronista (le tomó un tiempo, ciertamente). Aprendió el revisionismo histórico (que no integraba su bagaje en las dos primeras presidencias: revísense los textos oficiales de historia o acúdase simplemente a los nombres que se pusieron a los ferrocarriles argentinizados). Sacó al peronismo de su provincialismo presuntuoso (aquel que dijo por años que el peronismo había superado todo el pensamiento político occidental, hazaña presuntamente lograda por Perón en sus ratos de ocio y Figuerola en un cuarto) y lo vinculó con más justicia y mejor moraleja a sus hermanos movimientos de liberación. Perón hizo sincretismo para gobernar desde el '46 y también para regresar desde el '55 y eso es siempre meritorio, piensa uno que no es dogmático.

Perón volvió

Perón resistente tuvo lógica y justificación; también errores y limitaciones que empañaron su regreso. Le asistía derecho a ser iracundo e irresponsable en 1956: estaba muy lejos del poder. En los setenta debió ser más cauto: llegaba su hora. El estadista, debió prever y garantizar su victoria antes del momento en que lo hizo. Debió sofrenar los vientos que había desatado, y levantar el acelerador antes. El "penúltimo Perón" fue excesivamente irresponsable e insurreccional para el proyecto. No le reprocho al "último Perón " (como algunos) que haya retornado para gobernar, para hacer "peronismo" y no "maoísmo"; le cuestiono que impolíticamente él mismo haya dificultado ese logro.

Se dirá: ahora es fácil verlo, había que estar ahí. Es obvio, pero esa es la carga del estadista, el conductor, quien tiene el óleo sagrado de Samuel: anticiparse a los acontecimientos, saber más que el hombre común, avizorar la historia. Perón jugó demasiado a la insurrección, a la revolución permanente; tantos le creyeron y luego costó desandar el malentendido, como le diría Giussani.

Perón pagó caro tributo a su vocación por los mediocres, o los fuertes. Lo rodearon casi siempre (él lo dijo alguna vez) adulones y alcahuetes. Perón no fue nada generoso con otra casta de peronistas. Y no los tuvo a mano (¿en cuenta?) cuando jugó sus últimas cartas.

Por otra parte, el "sistema de conducción" que partía del hecho consumado, tendía a consagrar a los fuertes. Perón desarrolló intensa prédica en relación a cómo manejar las combinaciones buenos–pocos; malos–muchos. Tengo para mí que aplicó todas las soluciones posibles (v.g. prefiero pocos–buenos, etc.) pero que en general su mensaje tendió a demostrar que con "pocos–buenos" no se conseguía nada. Había que sumar a los malos, (otro tanto podría decirse de los inteligentes–malos y los tontos–buenos). En definitiva, homenajeó en exceso al poder en detrimento de otras virtudes, aún de la lealtad tan mentada y tan poco respetada dentro del Movimiento.

Perón nunca tuvo personas de confianza, por eso acudió con asiduidad a su entorno. Evita, Isabel y López Rega merecen muy distintos juicios de valor, pero responden a la misma lógica cortesana del líder. No se trata de cuestionar un mero nepotismo, sí de advertir cuán solo estaba (se puso) el jefe de una facción política que aglutinaba a más del 50% de los argentinos y que sólo podía confiar en su lacayo o en su esposa.4 Perón no se generó un buen entorno, y no fue ajeno a las ruindades, desmesuras o torpezas de éste.

Cuando Perón vuelve paga sus errores y limitaciones. Tributa caro su amor a los fuertes y los mediocres.

Premia en exceso a los mediocres (Lopecito, Isabel) y perjudica así toda la evaluación de su trayectoria histórica.

Los fuertes se le oponen (CGT, Tendencia). Perón contrapesa a un fuerte con otro fuerte; sigue menospreciando a los débiles que no lo entornan. Por eso a la tendencia la enfrenta con López Rega, y luego el 1° de Mayo "elige" a la CGT, dejando sin política a los "buenos–tontos" que tal vez eran muchos, pero no fuertes.5 Cuando Perón expulsa a los Montoneros de la Plaza sacraliza el poder de la CGT. El 12 de junio de 1974 denuncia la traición de la CGT–CGE en un discurso formidable que revela que conserva intacta su capacidad de orador, que no era sólo un senil obsesionado por la escupidera (como quiere Tomás Eloy) y también que estaba solo. Entonces el hombre se muere llevándose en sus oídos la más maravillosa música, la voz del pueblo que lo adoraba. Usted sí que sabía de música, General.

El último Perón es la suma de contradicciones. Habla de democracia integrada y designa ministro al Brujo. Abraza a Balbín y consiente el navarrazo. Denuncia la pequeñez del peronismo pero sigue empeñado en lidiar en sus trincheras.

Voces sagaces dicen: El último Perón condujo a la tragedia porque era malo, porque estaba gagá, porque negaba la política, porque era de "derecha".6 Son enfoques parciales, niegan la prédica pacifista de Perón, su obra de gobierno (plasmada en el '46, fallida en el '73) su recurrente evasión de la violencia. (Perón fue un amarrete de la sangre de los argentinos y eso es un punto que no siempre se le reconoce); el simbólico abrazo con Balbín. La pedagogía (insuficiente pero no inexistente) de los discursos pronunciados a partir del 20 de junio del '73. El enfoque Perón–bueno–maestro, que los argentinos (los peronistas) no supimos escuchar es a su vez insuficiente. Perón tuvo que ver en la derrota del '76.7 Tuvo que ver con Isabel y López Rega, dato que sagaces peronistas pretenden olvidar. Creen que la gente venera a Perón como un Dios. No es así. El hombre del común no es tonto y sabe diferenciar lo principal de lo accesorio, la teología de la política y el hombre de la obra.8 Perón no fue sólo el abrazo con Balbín ni sólo López Rega. Perón fue Miranda, Carrillo, Gelbard, López Rega. También el ensayo de Puiggrós. Perón hizo lo que pudo al volver y no le alcanzó. En parte fue culpa suya. En mayor medida lo fue de toda la estructura política argentina que se conjuró para excluirlo y proscribirlo 18 años. En parte fue la situación nacional enrarecida y pervertida por la violencia. En parte la miopía suicida del empresariado nacional que optó por el golpismo y el genocidio para contrarrestar el control de precios. Y los Montoneros, y la burocracia sindical, y...

Perón no fue el dueño de la política argentina. Ni siquiera del peronismo. Fue (apenas) (nada menos) y (ahora sí connoto valorativamente el término) el más grande político argentino durante cuarenta años.

NOTAS

3 Algo así dice un crítico usualmente sutil como es Julio Bárbaro. En Con bronca y esperanza recuerda que nos dejó un movimiento del 62% y lo dilapidamos. Era un capital, pero tenía algunas cargas: López Rega, los Montoneros, Lorenzo, Isabel...


4 En una reciente charla "Cacho" el Kadri decía: "pobre General, no le dejaban libertad para elegir la esposa". El argumento emotivo es endeble: se critica no a la esposa ni a que eligiera a su esposa. Se critica que eligiera esa esposa para ese rol.

5 Los "buenos–tontos" que quedaron sin política fueron: a) todos los sectores juveniles antiburocráticos ajenos a la tendencia (embretados con ésta por el sacralizado macartismo sindical) y b) las propias bases de la tendencia a quienes Perón no buscó diferenciar de su conducción y que fueron estigmatizadas en Plaza de Mayo y condenadas a "seguir siendo montoneros".

6 Gagá. Tomás Eloy Martínez. Negaba la política: Sigal–Verón. Era "de derecha": Osvaldo Soriano, Rozitchner. Para un mejor desarrollo del tópico ver la nota de Horacio González en este mismo número.

7 Desgracia de expresarse por escrito. En algún momento (Unidos N° 3; Agosto 1984) titulé una nota: "1° de Julio de 1974. El comienzo de la derrota". Tras haber repensado y discutido el tema me parece exagerada esa posición. La derrota se agravó y pervirtió tras la muerte de Perón pero germinó mucho antes. Eso no significa omitir la grave responsabilidad de la conducción montonera en la caída del gobierno peronista. A ella me referí en mis notas con Ivancich publicada en Unidos 2, 6 y 7.

(CONTINUARÀ...)

5 comentarios:

Javier dijo...

En este fragmento me parece que Wainfield muestra su raiz conservadora y termina expresando el teorema de Baglini antes que el .

"Perón resistente tuvo lógica y justificación; también errores y limitaciones que empañaron su regreso.

Le asistía derecho a ser iracundo e irresponsable en 1956: estaba muy lejos del poder. En los setenta debió ser más cauto: llegaba su hora. El estadista, debió prever y garantizar su victoria antes del momento en que lo hizo. Debió sofrenar los vientos que había desatado, y levantar el acelerador antes."

Un abrazo

Lic. Baleno dijo...

Es una lectura posible, lo que no se es si eso es ser conservador, la prudencia es una virtud o un defecto?

Javier dijo...

Nestor demostros que para avanzar hay que doblar siempre la apuesta , todo lo contratio de la moderacion , no digo que no la haya tenido tambien pero el valor que el deja para mi es que hay que ir siempre para edlante aun cuando las circunstancias indicarian lo contrario

Un abrazo

Lic. Baleno dijo...

No exageremos, Nestor empujo los limites que pudo, como Peron en su momento. De ahi su grandeza, otros (Alfonsin, Menem) frenaron antes. Wainfeld postula sacar a Peron del mausoleo y meterlo en la historia, que no sea para mitificarlo a Nestor...

Lic. Baleno dijo...

No exageremos, Nestor empujo los limites que pudo, como Peron en su momento. De ahi su grandeza, otros (Alfonsin, Menem) frenaron antes. Wainfeld postula sacar a Peron del mausoleo y meterlo en la historia, que no sea para mitificarlo a Nestor...