El desdoblamiento de varias elecciones provinciales anticipa un verano caluroso.
En varias provincias el justicialismo local se juega la gobernación y no pocos gobernadores su futuro nacional.
Bertone, Uñac, Manzur, Rodriguez Saa, Arcioni, los cordobeses, están en un dilema. Anticristinistas cuando les conviene, quieren alambrar su provincia ganar la gobernación y después se ve(nde)rá.
Tienen el problema que si bien el Cristinismo no puede disputarles la gobernación puede morderle suficientes votos para dejarlos segundos detrás de la runfla de Cambiemos. Menudo problema.
¿Que pueden ofrecerle a Cristina? Dos diputados provinciales parece poco pero son mucho cuando necesitan también retener voto propio y la promesa de apoyarla en una presidencial no tiene garantías. Se la lleva el viento apenas termine la elección provincial.
¿Cristina puede cargar con la culpa de perder varias gobernaciones a manos de la runfla gobernante? Si gana puede. Si pierde no importará nada de lo que haya pasado antes.
No es la primera vez que esto sucede. En 1966 Perón dividió al peronismo mendocino para evitar el ascenso del vandorismo y le regaló la provincia al golpista Partido Demócrata.
En una interna abierta Perón descabezó a su oposición interna y se desentendió de otras cuestiones. Un objetivo táctico en el marco de la estrategia del "Luche y vuelve".
También en ese momento la campaña mediática le pedía a Peron que "ceda", "se baje" "acuerde" pero la política tiene reglas duras que no se pueden obviar.
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