En 2016 fue la conferencia de Davos donde arrastró a Sergio Massa para pasearlo como trofeo de un país dominado. Después la zanahoria del segundo semestre. Mas tarde un "davosito" (¿Alguien lo recuerda?) una ronda de "inversores" que fue lo mas parecido a una kermesse de barrio aunque sin las buenas intenciones.
Siguieron las elecciones de 2017 que vendieron como un triunfo estruendoso y, otro relanzamiento.
Siguen la declaración de "emergente" que ya parece graciosa a esta altura de la inmersión económica, el acuerdo con el FMI, el segundo acuerdo con el FMI y ahora el G20.
Es un gobierno tan relanzado que uno se pregunta cuando termina de caer.
En el país real Moreno tiene razón y ajustes contractivos planchan recaudaciones y obligan a un nuevo ajuste.
Pueden manejar big data, hacer operaciones psicológicas y llenarse los bolsillos pero despejada la hojarasca queda el país andrajoso de 1989 y 2001.
Algo nos sorprenderá en el 2019 pero como decía el compañero Ambrose Bierce "No hay nada nuevo bajo el sol, pero cuantas viejas hay que aun no conocemos".
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