Lo que repta por debajo

La pelea Clarín-Gobierno nos ha entretenido unas semanas.
Para los historiadores todo comenzó la tarde en que a causa de una resolución el humus de la patria se sublevó y concreto un paro histórico.
Allí, el alma sensible de un Bazan, la seriedad de un Biasatti, la chispa de un Lapegue y el mentón hacia adelante de una Santillan se habrían conmovido ante esa Argentina de tierra adentro (y Recoleta) que se expresaba en un grito desgarrador que evocaba a Martín Fierro por decir lo menos.
Nada que ver.
Hacia mediados del año pasado desde la Subsecretaria de Medios Gabriel Mariotto (nuestro amigo personal y actual chairman del Comfer) empezó a intervenir en un conflicto que, hasta ese momento, tenia como protagonistas exclusivos (y excluyentes) al grupo Clarín y a las telefónicas locales.
Lo habrán leído varias veces, conflictos por la verdadera propiedad de Telecom, inocultables deseos de Telefónica de intervenir en el mercado comunicacional, cerrada defensa de Clarín de su feudo, etc.
También habrán notado que los conflictos entre medios en Argentina siempre se han resuelto de la siguiente manera: Los medios se dan con todo, se espían, se sabotean, se extorsionan y el estado... cumple el burocrático papel de levantarle la mano al ganador.
La política de medios 1975-2003 fue exclusivamente forense.
Se limitó a certificar los decesos.

Hacia el 2010 habrá apagón analógico.

¿Lo que? Bueno, en términos simples, la televisión y radio analógicas habrán desaparecido y emergeran los medios digitales.
El cambio es algo mas que un cambio de norma, las posibilidades técnicas permitirán que la grilla se multiplique por cuatro, llegará la televisión (la de verdad) a los celulares, las computadoras realmente competirán con el aparato de televisión, algunos de los televisores que hoy se venden quedaran obsoletos (¡Epa! ¿Te asustaste? yo que vos averiguo...) una revolución tecnológica que solo tiene precedentes en la masificacion del celular y, quizás, la existencia misma de internet.
Y un negocio fabuloso.
Donde imponer normas sera clave.
Me consta que por lo menos desde noviembre de 2007 (cuando era Subsecretario de Medios y Clarín, recordemos, era Klarin) Mariotto esta postulando que una nueva Ley de Radiodifusión debería contemplar esta nueva tecnología y sus posibilidades incluyendo el triple play.
Es altamente probable que a Clarín no le interese discutir una nueva ley por algo que ha sucedido sistematicamente en nuestro país con el comienzo de la televisión por cable, la telefonía celular e internet y es que la ausencia de legislación permite hacer absolutamente cualquier cosa hasta que por fin la costumbre (es decir el triunfo del mas fuerte) hace la norma.
Los próximos años serán álgidos con respecto a este tema.
Eso si el gobierno decide intervenir y hacer intervenir a la sociedad en el tema.
Porque también puede cruzarse de brazos y no hacer nada.
O dejar que la nueva ley se cocine en oscuras (y no por falta de luces brillantes) y secretas oficinas.
Alguno podrá relacionar estos hechos con la tapa de Noticias del otro día.
Otro hará notar que desde el mismo gobierno se abre el tema.

¿Los que ya están en posesión del negocio soportaran la competencia?
Si hoy la posibilidad de asignación de frecuencias es escasa y eso sostiene mas o menos a los mismos jugadores en la cancha ¿Que sucederá cuando por ejemplo, el Sindicato de Camioneros, la Universidad de Buenos Aires y la Asociación Luchemos por la Vida (por decir cualquiera) tenga cada uno una radio en igualdad de condiciones de potencia y recepción que Radio Mitre?
¿Habrá o no nuevos canales de aire? En los poquisimos debates que se han hecho sobre el tema (parece que estamos condenados a que haya pocos canales de aire por siempre) se nos quiere convencer que no hay mercado para mas canales, y eso hoy puede ser cierto (aunque si el gobierno licitara una nueva señal de aire creo que se presentarían mas de 5 oferentes) pero ¿No habría mas mercado si la producción de una señal fuera 100 veces mas barata que lo que lo que es ahora?.

Este es uno de esos temas donde uno pretende que haya mucho conflicto, mucho debate, mucha información contradictoria y mucha participación.