jueves, 10 de diciembre de 2015

Todo verdor perecerá


El libro de Eduardo Mallea escrito en 1941 "Todo verdor perecerá" es el último coletazo del barroquismo literario en Argentina. Despreciativo del realismo, Mallea intenta insuflar cultura en las masas obreras ignorantes para volverlas capaces de aceptar el liberalismo. Un liberalismo a la Argentina, es decir sepultado por toneladas de tradiciones y jerarquías (algunas inventadas, las tradiciones y las jerarquías). El libro cierra un largo período de la historia argentina, el del dominio cultural hegemonico de la generación del 80 de la cultura oligárquica, terrateniente y ganadera.
Profético, solo 4 años después, el peronismo pone en crisis esa cultura, esos valores, esas tradiciones y esas jerarquías. Aquel verdor había perecido.

2 comentarios:

Marmaduke/Eddie/Matt dijo...

Licenciado: Me interesó su comentario porqué "Todo verdor perecerá" es una obra que, le confieso, me emocionó. Y lo mismo me pasó con "Fiesta en Noviembre". Tengo por Mallea el mismo respeto que me inspiran, digamos, Borges y Bioy Casares. Eran quienes eran, productos de su tiempo y de su clase social. Y lo asumieron con talento y, le diría, hasta con cierta dignidad. Un caso opuesto es para mí Julio Cortázar: un tipo elitista que trató torpemente de taparlo adoptando una pose revolucionaria más falsa que un billete de tres pesos.
Le agradezco que me haya usted ayudado a recordar mis lecturas.
Eddie

Michael Madison dijo...

Su ensayo Historia de una pasión argentina posee, a mi entender, el mismo tono de nostalgia por los esplendores pasados que Todo verdor perecerá, y la esperanza, también, de recuperar algo de aquello mediante una regeneración a partir de una supuesta esencia nacional. Mallea es como el canto del cisne de una época de nuestro país. Ingenuo y honesto, ve que en su patria algo está cambiando, pero no acierta a saber qué es. Propone recetas, más paternalistas que otra cosa, y se queda encallado en una nostalgia silenciosa, que a veces es melancolía pura y dura. Para la época en que Mallea escribía su obra, Omar Viñole publicaba sus panfletos y Marechal traía a cuestas su Adán Buenosayres. Fíjese usted.

Eddie, me parece interesante su comentario, y en general concuerdo con él. Cortázar siempre ha tenido a mi ver un carácter extraño, quimérico diría. ¡Bah! No es chicha ni limonada. Como un rejunte, un acopio desordenado de ideas y conceptos a medio definir. Recuerdo de mis años mozos haber leído algo que Alicia Dujovne escribió acerca de esta identidad no asumida del autor de Rayuela. Eso sí, sus cuentos me parecen obras maestras, incluso renovadores del género.

Saludos cordiales.