lunes, 24 de marzo de 2014

Videla y la complicidad civil

La complicidad civil con la dictadura apenas ha sido esbozada durante la ultima decada. Cosas humanas. Los alemanes descargaron su culpa en una docena de jerarcas nazis, los italianos solo en Mussolini y su pareja, en fin... por atroces que sean las cosas que suceden los pueblos siguen adelante con algun chivo expiatorio mas o menos comodo. En ese sentido los militares argentinos sacaron todos los numeros para hacerlo. Se lo ganaron con sangre.
El olvido civil alcanzó a colaboracionistas puros como Strassera, Sabato o Magdalena y nunca rozó a los empresarios que buscaron, financiaron y se beneficiaron con el golpe.
Un reportaje a Videla publicado en el libro de Ceferino Reato "Disposición Final" aclara, un poco, esta cuestion: “Los empresarios se lavaron las manos y nos dieron con todo. ¡Cuántas veces me dijeron: ‘Se quedaron cortos, tendrían que haber matado a mil, a diez mil más!’” 
El represor Jorge Rafael Videla admitió que la última dictadura militar hizo desaparecer a “siete u ocho mil personas” y para justificar los crímenes aseguró que “no había otra solución”
Además el genocida aceptó la complicidad civil de “empresarios”, aunque les reprochó su actitud posterior. “Los empresarios se lavaron las manos. Nos dijeron: ‘Hagan lo que tengan que hacer’, y luego nos dieron con todo. ¡Cuántas veces me dijeron: ‘Se quedaron cortos, tendrían que haber matado a mil, a diez mil más!’, y aclaró que uno de los objetivos de su gobierno era “ir a una economía de mercado, liberal”.
Jorge Rafael Videla, una de las cabezas del régimen más sangriento que gobernó la Argentina entre 1976 y 1983, aceptó lo que nunca antes había admitido en tribunales. “Pongamos que eran siete mil u ocho mil las personas que debían morir para ganar la guerra contra la subversión”, declaró el dictador a Ceferino Reato, autor del libro Disposición Final, de próxima publicación. “Cada desaparición puede ser entendida ciertamente como el enmascaramiento, el disimulo, de una muerte. No había otra solución; (en la cúpula militar) estábamos de acuerdo en que era el precio a pagar para ganar la guerra contra la subversión y necesitábamos que no fuera evidente para que la sociedad no se diera cuenta. Había que eliminar a un conjunto grande de personas que no podían ser llevadas a la justicia ni tampoco fusiladas”, señaló el genocida.
En febrero y marzo pasado el represor había generado el rechazo de todo el arco político cuando otorgó una entrevista a la revista española Cambio 16 y, entre otras cosas, aseveró que “en el año 1978 el Proceso había cumplido plenamente con sus objetivos”. “Nuestro objetivo era disciplinar a una sociedad anarquizada. Con respecto al peronismo, salir de una visión populista, demagógica; con relación a la economía, ir a una economía de mercado, liberal. Queríamos también disciplinar al sindicalismo y al capitalismo prebendario”.
 Videla justificó el uso de la tortura y explicó el destino del cuerpo de uno de los líderes guerrilleros más importantes de los años de plomo, Mario Santucho, máximo jefe del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). “Era una persona que generaba expectativas; la aparición de ese cuerpo iba a dar lugar a homenajes, a celebraciones. Era una figura que había que opacar”, dijo el represor sobre uno de los protagonistas de la fuga del penal de máxima seguridad de Trelew en 1972, muerto por once disparos en Villa Martelli cuatro años más tarde.
  “La frase ‘Solución Final’ nunca se usó. ‘Disposición Final’ fue una frase más utilizada; son dos palabras muy militares y significan sacar de servicio una cosa por inservible. Cuando, por ejemplo, se habla de una ropa que ya no se usa o no sirve porque está gastada, pasa a Disposición Final”, confesó el torturador y teniente general del Ejército.
Según se reseña, antes del golpe del 24 de marzo de 1976, la Argentina fue dividida en cinco “zonas”, cada una a cargo de un jefe militar, los cuáles elaboraron listas –integradas por “líderes sociales” y “subversivos”– de las personas que debían ser detenidas inmediatamente después del derrocamiento de María Estela Martínez de Perón. Además de los agentes de inteligencia, fueron empresarios, sindicalistas, profesores, dirigentes estudiantiles y políticos quienes aportaron los nombres que luego pasaron a engrosar las nóminas de muertos y desaparecidos, aunque Videla negó que existan “listas con el destino final de los desaparecidos”.
 El represor también admitió equivocaciones en una frase limitante con el cinismo. “Las desapariciones se dan luego de los decretos del presidente interino Ítalo Luder (casi seis meses antes del golpe), que nos dan licencia para matar. Desde el punto de vista estrictamente militar, no necesitábamos el golpe; fue un error”, aseguró. El genocida, que purga una condena a cadena perpetua, también se permitió analizar a los dos mayores ejércitos guerrilleros de la época. “Por su preparación militar e ideológica, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) era más enemigo que Montoneros; era algo ajeno, otra cosa. Montoneros guardaba algo del nacionalismo, del catolicismo, del peronismo con el que había nacido”, sentenció.
 Fuente: El Canillita Digital, vía Red Roja

6 comentarios:

Alejandro dijo...

Las desapariciones y el genocidio fueron solo un medio, el fin fue implantar el modelo economico de Martinez de Hoz. Eso es lo que nunca se termino de difundir.

Cine Braille dijo...

Es valioso lo que dice de que "desde el punto de vista estrictamente militar, no necesitábamos el golpe; fue un error”". Es la admisión de que la lucha contra la guerrilla era una excusa para el verdadero objetivo, que era "Nuestro objetivo era disciplinar a una sociedad anarquizada. Con respecto al peronismo, salir de una visión populista, demagógica; con relación a la economía, ir a una economía de mercado, liberal. Queríamos también disciplinar al sindicalismo y al capitalismo prebendario". Para mí la discusión al respecto está cerrada.
Saludos

Mariano T. dijo...

Ahí hay un error lógico.
Como efecto lateral de la represión se liquidó a la dirigencia gremial de izquierda(y no tan de izquierda) y se "disciplinaron" las fábricas. Eso posibilitó una baja del salario el en 1976.
El resto de la política económica de Martinez de Hoz no parece haber tenido vinculación ni necesidad de represión.
No se privatizó nada, solo se bajaron aranceles y liberalizaron importaciones, instalación de empresas extranjeras y bancos con más negocios.
No son medidas activas que en si mismas podrían haber ocasionado un punto de protestas sociales, porque sus efectos son lentos y diluídos en el tiempo.
Es diferente la política de los 90, porque cada privatización podría haber generado resistencia de esos gremios, y no ocurrió.
En resumen, la política económica del proceso, si excluimos la paz "intra-fabrica", no necesitó de ninguna represión para ser puesta en práctica.

Mx dijo...

Mariano: 'la política económica del proceso, si excluimos la paz "intra-fabrica", no necesitó de ninguna represión para ser puesta en práctica'.

Hay que leer cada boludez. La economía va por un lado y el resto va por el otro, solitos todos.

Mariano T. dijo...

Si Mx, acabo de leer una boludez y es la que vos escribiste.
Por eso no la podés justificar ni dar un ejemplo, sos incapaz de fundamentar lo que decís.
No es fruto de un pensamiento, sinó de alguna idea que pensó otro y se te metió de alguna manera en la cabeza.

Mx dijo...

Ya que estamos en terreno del potencial... Podría, podría fundamentar pero las boludeces se caen por sí solitas. Basta marcar el oxímoron de tus palabras para eso.

Felí cuascua, m'hijo.