Madagascar 2: Un instante en la patria de la felicidad

El mundo se ha peronizado.
La segunda parte de Madagascar es una carrera enloquecida de sus personajes en busca de aquel instante en la patria de la felicidad que no esta en la desarrolladisima isla de Manhatan sino en el África profunda.

Antiliberal, los animales de cada especie son iguales, lo individual luce desdibujado, todo lo que no es encarado en equipo fracasa. El héroe individual esta desacreditado. "Uno para todos y todos para todos" dicen las cebras (todas iguales) mientras recorren la llanura.

Anticapitalista, en un momento se quedan con muy poquita agua y el rey león ofrece su solución: "Tendremos que luchar por ella" un venado o algo así le dice (cito de memoria) :- Que vivo, siempre vas a ganar vos.
-La vida no es justa- responde el león.

Antireligiosa, el rey Julienne (que se da el gusto de travestirse en reina en un momento, y en otro cantar "Bailarina Particular" completamente borracho o acaso drogado) propone conseguir agua ofreciendo un animal (un compañero) en sacrificio para que el dios de la lluvia envíe agua. El tema se discute bastante alocadamente y culmina con el mismo rey Julienne diciendo:-¡Hagasmoslo antes de que nos vuelva la razón!

Libertaria, algún personaje sostiene que "no hay nada mejor que dar la vida por los demás" y hasta hay una negociación paritaria con acusaciones de comunismo.

Antinorteamericana, enfrentados a un grupo de neoyorquinos que han quedado varados en la selva y están procediendo a destruirla (guiño, guiño) uno de los personajes dice "Comprendanlos, son neoyorquinos. Son groseros y están asustados".

No creo que la traten bien en los Oscar. Pero en las unidades básicas se la puede ver.




Los pingüinos peronistas de Madagascar, organizados, solidarios, leales, divertidos, siguen a su conductor y no les importa el que dirán.